La primera semana de prácticum es la más importante de todo
el periodo de prácticas, ya que va a ser totalmente identitaria tanto desde el
punto de vista de los niños hacia nosotros como de nosotros hacia ellos. En
esta semana el práctico es el punto de mira de todos los niños puesto que es
algo nuevo para ellos que se extrapola de la rutina diaria. Muy importante por
ello nuestro comportamiento en esta semana para que los niños puedan
identificar con claridad cuál es nuestro rol en su aula. Por lo general nos verán
como a una autoridad, pero en un estatus inferior en el que lo está su maestro ordinario;
es por ello que a veces nos traten como a maestros y otras intenten jugar con
nosotros comparándonos a ellos mismos.
En
cuanto a nuestra visión hacia los niños, solemos establecer prejuicios hacia
ellos por su madurez a la hora de trabajar, de comportarse y de exteriorizar
sus pensamientos y emociones. Sin embargo este es un gran error y un aspecto
que concienzudamente debemos evitar puesto que estos prejuicios nos pueden
llevar actuar de diferente forma con unos u otros niños. Es muy importante aquí
actuar con el papel profesional que tendremos en un futuro próximo y no
dejarnos llevar por las emociones puesto que una actuación diferente con los
niños podrá repercutir en su forma de entender las cosas y desconcertará a los
niños sobre cuál es nuestro rol.
Dicho
esto, me centraré en mi primera semana del segundo prácticum de Educación Infantil.
He tenido la gran suerte de volver a realizar mis prácticas en el mismo colegio
que el año anterior (Juan XXIII Cartuja) y con los mismos niños que el año
pasado. Gracias a esto estoy teniendo la gran oportunidad de ver cómo avanzan
unos niños en gran parte de la etapa de Infantil. Aunque se tratara de los mismos
alumnos y la misma maestra, he de reconocer que volví a sentir cosquillas en el
estómago al igual que las sentí el año pasado.
A mi
llegada a la clase, todos los niños que se encontraban sentados en la asamblea
y al girar el pomo de la puesta y empujarla repentinamente gritaron mi nombre y
se abalanzaron a abrazarme. La verdad es que llevaba un par de días pensando
qué les diría a los niños después de casi un año sin verlos y sentía algo de
desconcierto por si se acordarían o no de mí; la realidad es que de nada sirvió porque fue
un momento emocionante en el que las palabras no encontraban una vía de escape
en mi boca, por lo que enmudecí ante la emoción de ver que todos los niños me
recordaban al igual que yo los recordaba a ellos. Posteriormente el resto de
días de esta semana ha sido un poco de periodo de adaptación para mí, de
adecuación a su método de trabajo, de ponerme al día sobre las letras que
conocen, las palabras que son capaces de identificar y representar y las
habilidades que han adquirido desde la última vez que yo los vi. Por lo demás,
aunque el aula sí que es otra distinta a la del año pasado, las rutinas siguen
siendo semejantes en cuanto a la llegada a la clase, la salida, la entrada y
salida del recreo y la merienda.
Los
niños rápidamente han cogido de nuevo confianza y vienen a que les revise las
tareas, a que les diga si lo han hecho bien o no y me piden permiso para
realizar acciones. En definitiva puedo decir que ha sido una semana adaptativa para
ambos tanto en lo material como en lo metodológico.
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